martes, 19 de diciembre de 2017

YO VIVÍ EL PROCÉS


Para independentista Catalán, con este blog empecé a escribir, aunque me doy cuenta ahora que nunca me había dirigido a vosotros, a los independentistas, quiero decir. Si me dejáis, quiero hablaros ahora, en un lenguaje coloquial, como hablaríamos en la calle.

He vivido con vosotros todo el procés. Incluso estuve celebrando con vosotros la “recién proclamada” república, en plaza Sant Jaume. Llegué un poco tarde, sobre las 10 de la noche, pero me dio tiempo a disfrutar la fiesta y a hablar con algunos de vosotros, sois bona gent.

Pedí que me dejasen subir al escenario cuando acabó el concierto. Soy de Vallecas, y este pasaporte me abre muchas puertas. Les dije que había venido expresamente desde allí para hablar, sin decir el qué, solo diciendo que sería algo bueno. En realidad venía de Castellón, donde llevo viviendo desde hace algo más de 20 años. Como soy muy pesado, y aquella gente de la ANC era molt maca, conseguí que me abriesen la valla.

Se me estropeó el tema cuando llegó la Belén Murillo, de Madrileños por el Derecho a Decidir, que dijo que venía de Alcalá de Henares y llevaban organizando un montón de actos en Madrid a favor del tema, y ella no había hablado en el escenario. Total, que se me acabó la aventura.

No sabía exactamente lo que iba a decir allí arriba, no llevaba nada preparado, pero hubiese sido algo parecido a lo que os voy a decir ahora y lo que aquel día expliqué a algunos de la ANC y Omnium y gente con la que hablé en la calle. Al menos ahora tengo más tiempo del que hubiese tenido en allí.

Mirad, cuando empecé a escribir los blogs, tras la Diada de 2012, solo lo hice para poder copiar y pegar lo que siempre respondía en los foros de El País y La Vanguardia, que ya entonces bullían. Os aseguro que mi intención fue la de entender el problema, y en esta España de pandereta con gobiernos infectados de corruptos y por aquel entonces con gente huyendo a toda Europa buscando trabajo, todos entendíamos que argumentos no os faltaban.

Pero se veían detalles curiosos. Aquella manifestación en Barcelona que según los medios juntó a millón y medio de personas por el derecho a decidir, fue convocada por un president de la Generalitat. He estado en bastantes manifestaciones en mi vida pero sería la primera vez que veía una manifestación en contra del Estado convocada por una institución pública. Además con un lema artificial, "Catalunya, nou estat d'Europa" y animando a los que no comulgasen con la independencia a sumarse en acto de protesta contra el gobierno español. Aquello no fue una manifestación espontánea de la gente contra el sistema o contra el gobierno como decían. Se fletaron 85 autobuses más de línea para movilizar a toda Cataluña e incluso tres trenes desde Girona, Figueres y Manrresa. Se había convocado por la Generalitat y esta había facilitado su asistencia masiva. Desde luego esto en mi mundo no es muy normal pero vaya, ya sabemos que “Catalunya is different”.

Pero lo que vino después era alucinante. Aquellos foros estaban llenos de independentistas que repetíais las mismas proclamas y argumentos al unísono, casi con las mismas palabras, como si lo llevaseis aprendido de manual. El som una nació, el Espanya ens roba, el derecho a decidir de los pueblos, y todos explicando los mismos soufles historicos y los mismos artículos de CatDem sobre el robo de España y la viabilidad de la independencia.

Fue entonces cuando me puse a leer todo lo que pude sobre el tema. Me habéis hecho saber más de balanzas fiscales, cálculos territoriales, gestión de gastos e impuestos entre las Comunidades Autónomas e historia de Cataluña y España que a día de hoy puedo debatir de esto con cualquier experto, algo que os agradezco. Comencé a escribir toda esa información en los blogs y para mi sorpresa se convirtieron en manual de consulta y centro de debate sobre el tema. Ya llevan más de 700.000 visitas.

Lo increíble de todos esos argumentos defendiendo la independencia, y creo que muchos independentistas me dejaréis de leer en cuanto lo diga, es que sencillamente no eran ciertos. Es que la información que dabais, o os daban, estaba tan tergiversada o directamente era tan falsa, que resultaba difícil de creer que se pudiese estar engañando así, y te llevaba a leer aún más, seleccionando solo artículos de universidades catalanas por si en España nos estuviesen manipulando. Y lo siento, las conclusiones de académicos catalanes serios tampoco avalaban ni las interpretaciones históricas, ni los datos económicos, ni la lectura de la jurisprudencia internacional que dabais. No se equivocarían mucho, porque unos años más tarde los mismos que publicaban los millones que ganaríais con la independencia reconocieron que no era cierto y la realidad es que tras haber proclamado la república no se han cumplido ninguna de las expectativas que esperabais.

No me voy a entretener mucho en datos económicos, históricos o de cualquier clase porque sé que el deseo de independencia poco tiene que ver con ellos. He hablado tanto con tantos de vosotros, amigos, foreros, comentaristas en mis blogs, las extensas conversaciones con Josep Hernandez de la ANC, que hace mucho me dí cuenta que los datos en estos temas sirven de poco. En cuanto a uno se le contraargumenta con ellos te niega, se marcha o apela a los sentimientos y sobre los sentimientos de cada uno poco tenemos que decir los demás.

La independencia va de sentimientos, y de esto es de lo que me hubiese gustado hablar aquella noche en plaza Sant Jaume, en la fiesta de la recién proclamada República de Cataluña.

Bien, sentimientos, os voy a hablar de lo que hemos sentido muchos dentro y fuera de Cataluña con vuestro procés separatista.

Desde 2012 he ido a Cataluña todos los años en varias ocasiones, aún más de lo que lo solía hacer. Cataluña me encanta, en especial Barcelona, y además tengo amigos en L´Escala, Girona. Uno de ellos indepe y molt bona gent, gente que quiero mucho. He visto como los balcones de sus terrazas, sus campanarios, rotondas y carreteras comarcales que unen esos pueblos pequeñitos tan bonitos se llenaban de esteladas. Hasta las tiendas de campaña en los campings de Tarragona izaban esteladas. He oído a un niño en un parque de Barcelona decirle a mis hijas que buscaba alguien con quien jugar en la seva llengua (no exagero), y a chavales discutiendo en el barrio aledaño al Paque Güell sobre si Cataluña era una nación milenaria o siempre había sido española. Me he sentado en un buen restaurante en la Costa Brava y solo me han podido sacar una carta en catalán, inglés y francés, aunque la mujer nos atendió muy bien. Me he reído consultando si los callos que me ofrecían en un bar de un pequeño pueblo de Lleida eran madrileños, y el camarero siguiendo la broma me dijo que no se metía en política pero que él a Madrid no iba ni de boda, como Karra Elejalde en 8 apellidos Vascos. Y no me he reído tanto cuando unas señores le decían a un amigo en el estanco de otro pueblo Leridano que no estaban en España, o cuando acabé discutiendo con el dueño de un hotel del Vall d´Aran sobre el tema de la discriminación fiscal incomodando a un amigo catalanista que venía conmigo. Y fijándome en los detalles, observaba como en antiguos edificios públicos de Barcelona, especialmente en sus antiguas cámaras de comercio e instituciones marítimas, se ponían brillantes placas con el nombre en catalán, casi ocultando las antiguas inscripciones en piedra donde el nombre aparecía en español. Eso sí, paseando a lo largo del puerto se veía alguna bandera enorme de España, colgando de los pocos edificios estatales que ya quedan. Esas banderas españolas eran el único acto de presencia del Estado en toda Cataluña. Esto es lo que sentía cualquiera que viniese de fuera, que España había desaparecido de Cataluña.

España había desaparecido de Cataluña y a los españoles nos convertisteis en extranjeros y ladrones. Aquel Espanya ens roba, la Espanya subsidiaria, Catalonia is not Spain ¿os acordáis?… Yo que vengo de la EGB y me he pasado mi infancia usando baños Roca, desayunando Cola-Cao, almorzando Foskitos, pintando con lápices Alpino y estudiando con libros Santillana, todo empresas catalanas, ahora resulta que era un ladrón y encima extranjero.

Ha sido una de las estrategias de propaganda política más sucias que nunca he visto y así es como se ha construido vuestra República.

Resulta que aquellos cálculos de 2012 de los 16.000 millones de euros anuales con los que os ibais a forrar quedándoos con los impuestos que nunca volvían a Cataluña eran un timo. Básicamente en esos cálculos no se contaba con lo que el Estado ponía para todos los catalanes y se metían los intereses de la deuda contraída. Aquel déficit fiscal se decía tan insoportable que ningún estado federal como EEUU o Alemania permitirían algo así porque además ponían limites al déficit fiscal de sus regiones.

Todo era una mentira, reconocida incluso por aquellos que la publicaron. Las regiones de los estados federales no solo no tenían límites de déficit fiscal sino que además sufrían déficits fiscales mucho mayores que Cataluña. Y cuando en 2015 aquel respetado conseller de economía, el Sr. Mas-Colell, se decidió a hacer los cálculos de una forma decente, el superávit que le quedaba a una Cataluña independiente era de 2.405 millones de euros. El beneficio de la independencia pasaba de un 5,5% del PIB catalán a un 1,2%, y esto aún con cálculos más que optimistas. Su segundo, otro de los que habían elaborado los informes de CatDem, el Sr. Albert Carreras, haciendo cálculos realistas rebajaba aún más el superávit de la independencia a unos raquíticos 428 millones anuales. Y aún así defendía que con la independencia Cataluña salía ganando. Claro, que la separación sería de buen rollo y no habrían boicots y además la UE no sería tan antidemocrática como para echar a 7 millones de catalanes.

La verdad es que siquiera era necesario que los españoles de fuera de Cataluña hiciésemos ninguna clase de boicot, ni que la UE echase a Cataluña. Solo con que Cataluña se gastase en su ejército el 1% de su PIB que como mínimo gastan todos los países para estar en la OTAN, ya había un déficit de 1.500 millones de euros anuales sobre los cálculos de Carreras.

Muchos de vosotros aún no os habéis enterado de nada de esto y seguís soñando con lo rica que sería vuestra Cataluña independiente. Tampoco os han contado que como no tenían un duro, para hacer ese ejercito que tan necesario veían para defenderse de España os querían poner a hacer la mili de nuevo. ¿Quien lo hubiese imaginado, verdad? Perdiendo libertades en vuestra nueva República Catalana.

Ya sé que todo esto es difícil de creer y más si gente tan lista como
el economista de las chaquetas de colores, Xavier Sala i Martí, y sus profesores del Collectiu Wilson, aún siguen dando la matraca con lo interesante que sería la independencia.

Pero os aseguro que todos sabían. Los del Collectiu Wilson usaban los mismos datos de la Generalitat aún a sabiendas que el cálculo estaba sesgado, además de no ajustarse a la situación de deuda actual de Cataluña, catalogaba como bono basura. La independencia ahora era inviable porque Cataluña no se podía financiar y todos los economistas sensatos que trabajaban para la Generalitat, como Josep Oliver o el mismo Mas-Colell, lo habían advertido. La secesión solo se podía pensar a medio o largo plazo y pactada con España.

El mismo que creó el slogan del Espanya ens Roba, Alfons López Tena, exdiputado de CIU, reconocía en vísperas del 1-O que todo era un engaño, un farol para conseguir más concesiones del gobierno. El no esperaba una DUI porque sabía que la independencia no era posible. Explicaba que todo se hacía porque a los de Convergencia y ERC les resultaba rentable electoralmente. Cuando le preguntaban por como explicarían a la gente que todo era una ilusión textualmente respondió: “Le dirán 'estamos con vosotros, aspiramos a la independencia pero no nos dejan. Así que votadnos, apoyadnos a quienes nos partimos la cara por vosotros porque cuantos más votos tengamos más fuertes seremos”.

Ha sido todo un engaño. De hecho los que estabais metidos en esto, dentro de la ANC o de Omnium cultural, lo sabíais. Sabíais que estaba todo planeado, que ibais a tratar de provocar una reacción violenta del estado para conseguir apoyo internacional, y los que os hemos seguido lo sabíamos también. Habíamos visualizado los videos de la ANC donde lo que explicabais.

Lo que han hecho los que han dirigido todo esto con vosotros, con la gente de buena fe que pusisteis vuestra ilusión en este sueño, ha sido detestable. Quienes lo hemos seguido no dábamos crédito a que esto pudiese estar pasando.

Todavía no puedo explicarme como se ha podido llegar tan lejos. Supongo que por dinero unos, por poder otros, porque se acabó yendo de las manos, y sobre todo, por desprecio.

Si, ya sé, los independentistas no despreciáis ni odiáis a los españoles. Primero porque decir esto queda muy feo y no es bueno para la propaganda democrática y pacifista que han querido vender. Y segundo porque la mayoría de vosotros sois gente normal, que tenéis a vuestros abuelos y a media familia repartida por toda España. Pero decidme: Cuándo nos acusáis a todos los españoles de robaros, de ser unos vagos, unos rentistas, unos subsidiarios... Cuando decís que lleváis 300 años oprimidos por España, extendéis en el Camp Nou las enormes pancartas con el lema “Catalonia is not Spain” y pitáis al himno nacional. Cuando habéis unido a pueblos tan dispares como valencianos, andaluces, vascos, castellanos o gallegos bajo el término españoles, haciendo de todos nosotros un enemigo extranjero, incluso cuando compartís el mismo idioma con algunos de ellos… ¿qué es esto?, ¿cómo lo llamáis?, ¿no es odio?.

Cualquiera que quiera verlo, encontrará cientos de videos en Youtube mostrando estudiantes independentistas aporreando la puerta de un aula de alguna universidad catalana hasta hacer llorar a la gente, o activando la alarma para boicotear las clases que decidieron no seguir la huelga de país. O los videos de niños catalanes que escenifican obras teatrales en las que España los conquista, o pintando banderas independentistas o hablando sobre su opinión de la independencia. O radicales quemando banderas y haciendo escraches a las sedes de partidos políticos constitucionalistas. O reventando un tenderete que vendía artículos de la selección y pegando a las tenderas, o aquel señor que llevaba a hombros a su niña y le pegaron por llevar una bandera española.

Este tema ha estropeado una sociedad que para muchos en toda España nos era ejemplo de vanguardismo y europeísmo. Tengo amigos que ya no hablan de este tema en casa o en el trabajo por evitar problemas. Yo mismo he sentido poner en peligro por este tema antiguas relaciones de amistad muy queridas. Me comentaba un amigo de Madrid, que lleva viviendo en un pequeño pueblo de Gerona desde hace 10 años, casado con una catalana y con dos niños, que ya no aguanta más, se marcha. Siquiera puede hablar con los padres del colegio ni ir a cenas con ellos porque el monotema del encarcelamiento de los Jordis lo ocupa todo.

No pienso que seáis culpables de ello, más bien diría que sois sus víctimas. Es sorprendente la velocidad con que su sistema de propaganda produce nuevos mensajes manteniendo la ilusión y echando la culpa a España de todo. Su simpleza, la popularidad con que se expanden, la forma de construir un enemigo y como se niega lo evidente son propios de un sistema de propaganda goebbeliano.

Si no fuese por el daño que se ha hecho, todo esto sería motivo de risa. La Cataluña independiente pasaba de ser un nuevo estado europeo, a tras la negativa de la UE, ser un rico estado a la Suiza dentro del espacio Schengen. El nuevo Estado Catalán podía ser desde un estado superliberalizado a modo USA como otro socialprogresista a modo sueco.  Para todos había una república al gusto. Y si se tenía que justificar el derecho de autodeterminación en base a jurisprudencia internacional, pues Cataluña era una colonia española.

Este sistema de propaganda, además de detestable, ha costado una fortuna. Se han pagado sueldazos a académicos y suculentas subvenciones a centros culturales catalanes para promocionar la idea de la España opresora. Muchos historiadores catalanes han instigado el relato incluso dedicando un simposio histórico con el título “España contra Cataluña”. Para los faustos de la caída de Barcelona en 1714, se abrió el Mercat del Born. Un parque temático de 84 millones de euros destinado al enaltecimiento de las falacias de esa visión opresora de España a raíz de la Guerra Sucesión. Yo mismo lo visité y acabé increpando a un funcionario por mentir al explicar que los ejércitos de Felipe V llevaban la bandera de Castilla cuando la realidad es que llevaban la flor de Lis de los Borbones. Se largó y no le volví a ver. La desfachatez llegó a tal punto que Artur Mas felicitaba la navidad en 2013 con un christma rememorando el asedio a Barcelona de 1705, cambiando las banderas holandesas de los barcos de la pintura original por banderas españolas.

Es que todo es una mentira. Felipe V no prohibió el catalán, obligó a escribir en castellano en las instituciones de la monarquía donde antes se escribía en latín, lenguaje que solo entendían los cultivados. El mártir Casanova no lo fue tal, murió de viejo, perdonado por el rey y además luchó “por la libertad de toda España”. Y Cataluña nunca fue una colonia española, más bien los industriales catalanes se opusieron cuanto pudieron para evitar que se concediese la más mínima autonomía política a las colonias.

Si, ya sé que Cataluña tenía sus constituciones y fueros medievales. Como el resto de los reinos españoles. Esos privilegios no justifican una nación, primero porque ninguno de los Habsburgo juraron las constituciones de sus reinos, su poder estaba por encima de ellas. Y segundo porque en la Europa del medievo habían territorios verdaderamente independientes del poder del rey, ciudades-estado como Génova, Venecia o Marsella, que hoy están incorporados a los modernos estados nación del s. XX.

Y si la lengua y los aspectos identitarios culturales de una región son motivo para ser una nación, el Ethnologue nos informa de la existencia de 6.909 lenguas en la Tierra para 194 países que existen en ella. España somos buen ejemplo de ello.

Todo el argumentarlo nacionalista, desde el expolio hasta los argumentos históricos y legales se reducen a una mera patraña.

No se ha dejado de instigar en todos estos años la idea de una España opresora, pero en España no tenemos ningún problema de libertades, y menos aún con Caluña. La gente pensamos lo que nos da la gana y hacemos lo que nos da la gana. Criticamos a los gobiernos lo que nos apetece sin que haya ningún tipo de censura e incluso nos permitimos el lujo de hacer escraches a los políticos hasta impedirles entrar en los parlamentos o asediarles en su propia casa. En España están permitidos los partidos independentistas, cuando en un buen número de países de la UE los tienen prohibidos o se prohíbe cualquier asociación que atente contra la constitución. En Cataluña se permite enseñar íntegramente en catalán y para acceder a puestos públicos se exige el idioma, algo excepcional en todo el mundo. De hecho, el problema de la política catalana, más que la falta de libertades, ha sido el hacer lo que le ha venido en gana a pesar de las leyes y resoluciones judiciales, desacatando cuantas no les han convenido. El problema de Cataluña es que algunos han adquirido tanto poder que ya se creían independientes del resto de España.

Si, ya sé, el Estatut, una gran ofensa de España al pueblo catalán. Un Estatuto de autonomía que solo se molestó en votar a favor el 35% de la población catalana, y que además se dejó casi intacto. El TC solo matizó que el término nación del preámbulo tenía un significado simbólico y derogó los artículos que transferían competencias reservadas al Estado o que le obligaban a hacer un número de inversiones en Cataluña.

Cierto es que el PP impugnó en el estatuto catalán artículos que habían votado en otros como el andaluz, pero en ninguno de ellos se hacía una usurpación de competencias estatales como lo hacía el catalán.

La derogación de algunos artículos del Estatut solo ha sido la excusa de los nacionalistas para enfrentar a la sociedad catalana contra el resto España, cuando la realidad es que la mayoría de catalanes siquiera saben lo que se ha derogado o cual era el problema.

La revolución de las sonrisas no ha sido espontánea. Se ha provocado intencionadamente por el gobierno catalán a base de una propaganda llena de mentiras y de odio en la que ha silenciado a la mitad de los catalanes. Y esta estrategia ha costado millones.

Respetando los presupuestos de la Generalitat, solo hasta 2014, en la promoción de la consulta del 9N el gobierno catalán ya gastó unos 500 millones de euros. Se cuenta una partida para consultas populares de más de 5 millones. Otros de 65 millones de euros en subvenciones a las entidades del “Pacto por el derecho a decidir”, entre las que se cuentan agentes sociales y patronales catalanistas, y asociaciones independentistas. Solo Ómnium Cultural se llevó entre 2011 y 2014 3,2 millones de euros. Habría que añadir todas las dotaciones presupuestarias a instituciones públicas soberanistas. Y por supuesto a las asociaciones de CIU, como CatDem, que además de subvenciones legales, entre las que están las estatales (CatDem recibió entre 2010 y 2014 4,3 millones de euros en subvenciones), funcionaron como tapadera de dinero negro de la trama del 3%, recibiendo varios millones dedicados a la promoción y defensa de la viabilidad de la independencia.

Si hubiese existido en todo esto el más mínimo sentido democrático, de forma honesta, el procés habría acabado con la consulta del 9N de 2014.

Muchos abogamos por permitir aquella consulta legal en Cataluña que desbloquease la situación. Todos sabíamos que en una consulta abierta con la opción de un Estado más federal la independencia no obtendría más de un 35% de los votos. No era necesario que fuese vinculante, solo transferir eventualmente la competencia de consultas ciudadanas a la Generalitat. Esta petición se llevó al congreso, y fue Rubalcaba quién abogó por una consulta de este tipo en toda España, con esa opción federal. Pero los independentistas de CIU y ERC se negaron, no quisieron que el resto de españoles participasen. Y tampoco el PP la vio con buenos ojos, sabiendo que la gente se vengaría de ellos por los recortes en una consulta de este tipo.

Cierto que la consulta del 9N se hizo ilegalmente, pero nadie, ni el gobierno ni los cuerpos de seguridad del estado, ni nada trató de evitarla. Se dejo que los catalanes votasen alegremente y los resultados se retransmitieron incluso por TVE con toda la pompa de un proceso electoral. Media España estuvo pendiente de ellos.

Aún con aquella chapuza, en la que incluso uno de los miembros de junta electoral de la “consulta”, Joaquim Brugué de ICV, acabó dimitiendo porque aquello tenía total falta de garantías y neutralidad, diciendo que si un observador internacional lo viera, creería que Cataluña es Guinea”. , el independentismo no lo logró acumular a favor del SI más del 37% del censo habitual de votantes en Cataluña. Y aún peor, llamando a votar a catalanes en el extranjero y a menores de entre 16 y 18 años, un censo de unos 6.300.000 votantes, los votos al SI no lograron más de un 29.5% de todo este censo. La mayoría de catalanes no quisieron participar en lo que consideraron un butiferrendum.

Pero no os quedasteis contentos. Todavía se tuvieron que convocar para 2015 nuevas elecciones autonómicas, ahora en clave plebiscitaria, según Artur Mas la «consulta definitiva», en las que si ganaba el SI a las opciones independentistas se produciría la secesión en el plazo máximo de 18 meses. Y volvisteis a perder el plebiscito. Los partidos independentistas, Junts pel Si (CIU+ERC) y las CUP, ganaron la mayoría absoluta en escaños, 72, pero la perdieron en votos, solo acumularon el 47,7% de ellos. No es que lo diga yo, es que lo dijo el mismo candidato de la CUP, Antonio Baños: “no hemos ganado el plebiscito, luego no hay DUI". Pues ni con estas.

Se perdió el plebiscito y ahora por narices se tenía que hacer un referéndum vinculante, dijese lo que dijese el estado, los catalanes y el resto de españoles. La insensatez y simpleza con la que el gobierno catalán ha obligado a negociar bilateralmente el referéndum con el gobierno español responde a tal majadería que solo se explica por la intención de hacer explotar a la gente. Sabían de sobra que esto no lo puede hacer un ejecutivo en el gobierno, y que para que se pueda hacer sería necesaria la aprobación de dos tercios de ambas cámaras, dos legislaturas y dos referéndums en los que votasen todos los españoles para permitirlo.

¿Porqué se ha continuado con esto, incluso hasta ahora? Porque la crisis ha dado al independentismo catalán una oportunidad histórica y el que es independista de verdad no parará nunca hasta conseguirlo. Así ocurrió tras las dos votaciones secesionistas de Quebec, que la acabaron arruinando, y ha ocurrido tras el referéndum de Escocia. A pesar de los resultados los independentistas siguen luchando por la causa y el desafío solo termina cuando la gente los deja de votar.

A los que han llevado todo este procés les importa un pito la democracia y les importáis un pito todos vosotros. De hecho les importaría un pito arruinar Cataluña por mantener el desafío porque si no lo hacen no les votaría nadie y desaparecían. Es una cuestión de supervivencia.

Si los costes para el erario público se les quedaron cortos hasta la consulta del 9N, desde 2016 el proceso independentista ha costado alrededor de 800 millones de euros anuales que se han ido a las estructuras de estado para la futura republica como el CESICAT, el CTTI y otros tantos, a entidades para la externalización del proceso como el Diplocat, y a los supersueldos de todos los consellers, presidencia y consejeros que implican el 40% de todo este gasto. Habría que sumar el coste de TV3 y Catalunya radio, que solo en 2017 ha recibido 311 millones para continuar manteniendo el monotema del procés, más subvenciones y pagos opacos a entidades soberanistas de difícil cuantificación.

¿Os imagináis lo que se podría haber hecho con todo este dinero por la sociedad catalana?. ¿Invirtiendo en cosas que realmente la gente necesitaba?

Incluso la izquierda radical de las CUP ha permitido sacrificar a la gente por la independencia. Dijeron que los presupuestos aprobados en 2017 eran antisociales, pero que no podían hacer otra cosa si se quería romper con el Estado. Lo que no dijeron es que habían permitido que las rentas bajas de Cataluña sean las que más impuestos pagan de toda España, también en IRPF. También es la comunidad que tiene más impuestos propios, catorce tributos y el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados y de Transmisiones Patrimoniales son también los más altos de España, liderando el proceso de desahucios. También Cataluña ha liderado los recortes en Sanidad, Educación y servios sociales, un 26,23% de su PIB, con respecto al 14,53% de la media española, siendo tradicionalmente de las que menos porcentaje de su presupuesto destinaba a estas partidas. Y en esos presupuestos nadie se ha preocupado por reducir o eliminar las autopistas de pago o mejorar las infraestructuras gestionadas por la Generalitat de las que los catalanes tanto se quejan.

Y mientras se echaba la culpa a España, el procés absorbía buena parte de sus recursos, los de todos los españoles. Desde 2012 Cataluña ha recibido 63.000 millones de euros del FLA, succionando el 30% de estos recursos de financiación barata que el Estado proporcionaba a todas las CCAA. Y la deuda de Cataluña con el Estado no ha dejado de aumentar, aún registraba un nuevo record en 2017, 52.499 millones de euros. La deuda catalana es, por sí sola, más de la cuarta parte de los 286.000 millones del total de la deuda acumulada por todas las comunidades autónomas. Claro que, como Cataluña paga muchos impuestos, que se fastidien los españoles. Y como encima os ibais a ir, la deuda también se la iban a comer ellos.

Dicen que lo han intentado todo por negociar un referéndum legal. No es verdad. Ni cuando presentaron la consulta en el congreso quisieron negociar nada, ni opciones federales ni votación que involucrase a todos los españoles, ni volvieron a intentarlo después. Rajoy no ha dejado de explicar que él no podía negociar bilateralmente una cosa así, porque es cierto que no puede, pero tampoco les ha dejado de invitar al congreso a que lo hiciesen, o a negociar mejoras de financiación. No han querido. Incluso unos meses antes del 1-O la vicepresidenta Soraya Saenz de Santamaría invitó a Puigdemont a debatir y dialogar su propuesta de referéndum en las Cortes Generales. Todavía le están esperando.

No lo han hecho porque debatir hubiese implicado sacar a relucir a la opinión pública todas las mentiras con las que la propaganda de la Generalitat ha engañado a tantos catalanes y el dinero que se han gastado en ello.

Nunca se quiso negociar. De hecho tras el plebiscito se eliminó a un president que pensaron podría hacerlo, desconfiando de que llegase hasta el final, para meter a un fanático, Carles Puigdemont, que no se había votado y que según sus memorias, para volar de Barcelona a Madrid, en vez de usar el puente aéreo prefería pasar por Bruselas para desde allí poder enseñar su pasaporte, o hacía el checking en los hoteles a altas horas de la noche para inscribirse como procedente de un país llamado Cataluña.

Desde 2015 se ha ido preparando todo para declarar la independencia si o si. Siquiera ya era necesario hacer un referéndum. Como explicaba Oriol Junqueras y tantos otros, si el referéndum se prohibía directamente se declaraba la DUI. El hecho de hacer el referéndum, como explicaba Quim Arrufat, secretario de la CUP, era “como mínimo para hacer entrar en contradicción antidemocrática al Estado español y que tenga que recurrir a algún tipo de fuerza legal o incluso de fuerza bruta”.  Pensaron que esta era la única forma de obtener apoyo internacional sabiendo que el gobierno no iba a negociar una secesión declarada unilateralmente.

Se han desacatado resoluciones judiciales, hecho leyes que se saltaban por los aires la constitución y el Estatut y se ha faltado el respeto a todos los principios democráticos, revistiendo todo el proceso de una legalidad imaginaria hasta obligar al Estado a actuar, para finalmente acusarle de opresor, alimentando el victimismo. Una estrategia que se sabe ha estado detrás de la aprobación de un buen número de leyes sabiendo que serían anuladas por el TC.

La Generalitat ha usado todo su poder para implicar a las instituciones catalanas y a todos sus funcionarios en su estrategia de desacato al Estado. Se han negado a facilitar datos de gastos, han robado sus datos censales, han usado a los mossos para espiar a miembros de los partidos de la oposición e incluso a los compañeros sospechosos de no comulgar con el independentismo. Se ha usado al profesorado para involucrar a padres y alumnos en el procés, se han realizado listados de intelectuales y personalidades catalanas no afines a la causa y se han deshecho de cargos públicos por su lealtad al Estado, como el ex-director de los mossos Albert Batlle.

Y el mundo independentista no ha dejado en todos estos años de sabotear actos de la oposición, de hacer escraches en sus sedes y de señalarles a ellos y sus familias. Tal ha sido la impunidad con que se ha funcionado, que una vez iniciadas las investigaciones judiciales contra la preparación del referéndum el 20 de septiembre, los Jordis y la gente de Arran llamaron a miles independentistas a bloquear literalmente las entradas y salidas de policías de las entidades que estaban investigando bajo orden judicial.

En la sede de Unipost se necesitó una unidad de intermediación para que unos 200 manifestantes permitiesen salir a la comitiva judicial que registraba la empresa. En la sede de la CUP de Barcelona se concentraron 2000 manifestantes que impidieron el paso a la policía obligándoles a hacer tiros al aire para evitar un ataque a un furgón policial. En la Conselleria de Economía 40.000 manifestantes convocados por los Jordis pincharon y destruyeron vehículos policiales, impidieron la salida de los detenidos primero y la comitiva judicial no pudo salir de allí hasta las 4 de la madrugada. Jordi Sanchez, de la ANC, gritaba "que nadie se vaya a casa, será una noche larga e intensa", y Jordi Cuixart de Omniúm aún pedía de madrugada que la movilización no se detuviera haciendo de interlocutor con la guardia civil. Otros cientos de manifestantes habían impedido desde primera hora de la mañana en Vía Layetana la salida de un número de furgones de las fuerzas de seguridad del Estado preparados para otras operaciones judiciales ordenadas bajo la misma causa. (+ info)

Cuando hoy día oigo lo de presos políticos y las proclamas por la liberación de los Jordis me provoca risa. El día que todo esto salga a la luz con detalle más de uno va a sentir vergüenza de haberlos defendido.

Rajoy esta vez se había propuesto evitar el referéndum, aunque solo fuese por despecho, o por contentar a sus votantes. Pero los burócratas del Estado han sido ingenuos al minusvalorar la terquedad de las masas independentistas. A esos millones de votantes ya no les paraban las leyes de un Estado que brillaba por su ausencia en Cataluña. Solo se podía parar mediante el uso de la fuerza en detrimento de su imagen, algo a lo que dudo estuviesen dispuestos.

Cuando el independentismo estaba por los suelos el ejecutivo de Rajoy no pudo ser más estúpido. Ya no solo eran las imágenes de gente despidiendo a policías y guardia civiles con las proclamas de “a por ellos”. Siempre quise pensar que al menos se referirían a los independentistas y no a los catalanes. Al Ministerio de Interior no se le ocurrió a otro para dirigir a los mossos y fuerzas de seguridad en la operación contra el 1-O, que a Diego Pérez de los Cobos, hijo de miembro de Fuerza Nueva y hermano menor de Francisco Pérez de los Cobos, el expresidente del TC que derogó el Estatut. Parecían hacerlo aposta.

Cayeron en la trampa. Al final el independentismo logró las imágenes que buscaba. Esas con las que tantas veces habían soñado para internacionalizar su proceso.

Aquella noche del 1 de octubre me contactó David Rey, un periodista argentino que quiso entrevistarme hacía unos meses sobre el tema catalán y con el que he entablado cierta camaradería. Estaba muy preocupado por aquellas imágenes. Yo aún no era consciente de su impacto internacional, me lo advirtió él. Ni Europa ni America Latina veían ahora a España con buenos ojos, aunque nadie sabía exactamente cual era el problema. Ambos compartimos que el gobierno de Rajoy había cometido una gran torpeza, pero David insistió en no culpar a la policía, explicándome que aquellos agentes habían estado allí para protegernos de un golpe de estado. Yo aún no era consciente de esa dimensión de los hechos.

En todos estos años la gente no se había enterado de nada. Yo os llevo siguiendo desde 2012 y sé lo que el independentismo ha hecho y como lo había preparado. Mis familiares y amigos ahora compartían mi preocupación cuando antes pensaban me había desquiciado con este tema. A David Rey le dije que para dar una solución a Cataluña “hace falta que sepan la verdad”, a lo que este me contestó: “A la gente no le interesa la verdad, Rafael. Naturalmente es devota de los mitos”. Estas palabras de David me han quedado marcadas.

No sé llorar, y este año me ha ocurrido dos veces. Una de ellas el día después, el 2-O. Observaba un video en Youtube de la fiesta de la cerveza en Alemania. Una orquesta al mando de André Rieu de repente comenzaba a interpretar el "Que viva España" de Manolo Escobar. Lo que nosotros éramos incapaces de querer ya lo querían otros por nosotros. Me ocurrió otra vez al día siguiente, cuando mi amigo Sergi, independentista de Girona, me envió un video con imágenes de las cargas policiales. Eran tan ruines... Abuelos golpeados, gente pateada por votar. ¿Como se pudo perder la cabeza así? Si algo puedo decir es que lo siento.

Las mentiras tienen las patas muy cortas, decimos en castellano. Evidentemente ahí estaban esas imágenes pero en la sociedad de las redes todo aparece rápido, y la estrategia se desenmascaraba a lo largo de los días posteriores. Allí aparecían los videos grabados por cientos de catalanes que hasta las narices de los independentistas habían grabado a policías huyendo de los pueblos apedreados, otros que tratando de entrar a los colegios se encontraban con cientos o miles de personas impidiéndoles el paso con los mayores en primera línea a modo de escudos humanos, policías convenciendo a un padre para sacar a un niño de allí y otros sacando a abuelos de los brazos para evitar que fuesen golpeados. Se veían policías de paisano increpados por la muchedumbre cuando sacaban las urnas, barricadas con tractores para evitar el paso de los agentes y masas de gente empujando a las fuerzas de seguridad mientras los mossos no hacían nada o incluso les avisaban de las actuaciones policiales.

Al final todo se sabe. Muchos mossos se quejaron de no recibir ni ordenes ni medios, no se preocuparon por precintar las aulas de madrugada como habían convenido y les dejaron todo el marrón a las fuerzas de seguridad del Estado. En general la gente pudo votar con tranquilidad, de hecho parecía que algunos votaron con varias papeletas. El resultado, después de los supuestos 1000 heridos que se hablaban, o según Jordi Sanchez, de la ANC, un "balance de heridos que no existe en Europa desde la II Guerra Mundial”, es que solo hubo 4 hospitalizados. De estos dos por heridas leves, otro por un infarto, y otro que perdió un ojo por un pelotazo de goma. Este último que se supone que pasaba por allí, resulta que aparece en las imágenes golpeando a policías y tirándoles vallas. La de los dedos rotos y abusada sexualmente también era mentira. (+info)

La estrategia del independentismo ha sido tan descarada y cínica que lleva a la mofa. La pena es que haya tanta gente que aún no se dé cuenta. Parece que nadie ya se acuerda de las cargas de los mossos en Plaza Catalunya el 27 de mayo de 2011 sobre indignados pacíficos sentados en la calle. Se saldó con 121 heridos hospitalizados, pero nadie lloró por ellos. Entonces los mossos explicaban que no existe la resistencia pacífica. Paradójicamente ninguna de las instituciones catalanas o partidos y medios independentistas habló de violencia institucional o vulneración de derechos humanos. Los mossos reventaron el movimiento 15M en Cataluña, otro  fenómeno que se ha llevado por delante el process. Por lo que parece aquello no era del gusto del exvicepresidente de la Generalitat y exlíder de ERC, Carod Rovira, que expresó textualmente: “Tienen, como españoles, todo el derecho del mundo a indignarse. Pero si quieren hacerlo, como españoles, lo mejor es que no se equivocasen en el mapa y se manifiesten, se indignen, meen, pinten, chillen e insulten, allí donde les corresponde, en su país", España.

Los días que han venido después del 1-O han sido una verdadera locura en España. El cúmulo de información que se recibía mareaba. Conozco gente involucrada que prefirió dejar el móvil en casa. Lamentablemente los 280 caracteres de Twitter dan lugar para muchas proclamas pero para poca información argumentada. No me extraña que la gente se agarre a una idea sin tener ni idea del porqué lo hace.

Los españoles fuera de Cataluña han pasado de la más completa apatía hacia lo que ocurría en Cataluña, a en los dos últimos años convertirse en el centro de debates de bar, bromas de whatsapp y entretenimiento en general. Pero en las semanas posteriores al 1-O de las bromas se pasó a la indignación de las imágenes y de ahí a la preocupación. Hasta en los grupos de whatsapp de hombres desapareció el porno. El tema catalán lo ocupó todo.

Sí, la gente comenzó a saber la verdad. Ahí fuera podían decir lo que les diese la gana, pero los españoles no somos ni fascistas ni ladrones. No les hemos hecho nada a los catalanes para que nos traten como tales. Más bien los nacionalistas han hecho lo que les ha dado la gana, discriminándonos a todos los demás y callando a los que no comulgaban con el régimen. Ahora veíamos las consecuencias de nuestra apatía, de los pactos de gobierno otorgándoles cada vez más privilegios, de cómo habían convertido Cataluña en su patrimonio robando sistemáticamente gracias a las competencias concedidas y como ahora las ponían contra el Estado, contra todos nosotros.

Había rabia, y a la vez tristeza por haber dejado hacer al nacionalismo. Y ahora todo dependía del capricho de unos locos por declarar la independencia de una parte de nuestra tierra, de nuestra historia, de nuestras familias y amigos. Por una vez en la vida, a esa España que tanto nos hemos esforzado por detestar, la observábamos con compasión y hasta con cariño.

Si en vez de inventaros la historia la hubieseis estudiado, os podríais haber hecho una idea de lo que iba a ocurrir. Las instituciones catalanas han tenido la manía a lo largo de su historia, desde tiempos de su pertenencia a la Corona de Aragón, de echar la culpa al Estado de todos los males mientras succionan con impuestos a su pueblo. Y esto se lo creen algunos catalanes, pero no todos, lo que ha llevado a no pocas guerras civiles y luchas internas que han arruinado Cataluña, y con ella al resto del Estado. Así ocurrió en 1470, 1640, 1714, 1873, 1931 y ya veremos ahora en 2017.

Amigos independentistas, lo que se vivió entonces sí fue espontáneo, transversal y pacífico, una verdadera revolución de las sonrisas sin subvenciones del Estado ni gobiernos fletando autobuses. Mientras las muchedumbres echaban a los policías de allí, otros catalanes los llamaban para ofrecerles sus casas. Mientras vosotros retirabais las banderas españolas de los ayuntamientos, toda España se cubría de ellas. Y mientras vosotros decías que sois el pueblo de Cataluña, el pueblo de Cataluña salía a la calle envuelto en banderas rojigualdas gritando la españolidad que siempre tuvieron.


Los valientes no habéis sido vosotros, que os habéis alzado cubiertos por unas instituciones corruptas al poder de Cataluña. Los valientes han sido gente como los chicos del balcón del barrio de Sarriá-Sant Gervasi, que con la única ayuda de un megáfono y decenas de independentistas tratando de callarlos golpeando cacerolas, ha hecho oír su voz por encima del pensamiento único independentista. O esos chavales que todos los años siguen pidiendo la retransmisión de un partido de la selección al ayuntamiento de Barcelona. O el inspector de educación Jordi Cantallops, que se atrevió a denunciar el adoctrinamiento de los niños en las escuelas y acabó despedido. O artistas como Loquillo y Albert Boadella, que por criticar el nacionalismo identitario han sufrido tal persecución que les ha obligado a dejar de actuar en Cataluña.

Los héroes de todo esto no son los Jordis ni los presidentes y consellers que se han forrado con el soberanismo. Los héroes son los intelectuales de CCC (Convivencia Cívica Catalana) o el Somatens que aparecieron de la nada casi sin financiación para predicar en el desierto del pensamiento único nacionalista. O SCC (Societat Civil Catalana), que desde su aparición no ha dejado de elaborar estudios objetivos con los que contraargumentar al independentismo a pesar de sufrir continuos boicots y agresiones en sus actos. O la web Dolça Catalunya que lleva años destapando las corruptelas y manipulaciones del soberanismo cuando nadie se atrevía a escribir sobre ellas. O la gente de los partidos de la oposición que llevan años sufriendo el señalamiento a ellos y sus familias, negocios y sedes.

Los héroes son los fiscales y los jueces que por hacer su trabajo son víctimas de insultos y gritos a las puertas de los juzgados, y que se encuentran las ruedas pinchadas de sus coches o la puertas pintadas en sus casas. Son esos empresarios, como Xavier Gabriel de la Bruixa d´Or, catalán de toda la vida, que se han visto obligados a dejar Cataluña por evitar los ataques de independentistas a sus negocios.

Algunos pedimos diálogo hasta el final. Yo mismo participé en una de esas concentraciones de banderas blancas que abogaban por ello y que espontáneamente nacieron de una pancarta colgada de un balcón de Madrid con el lema “Parlem?”, respondida por un “Hablemos” en otro balcón de Barcelona. Pero ya nadie quería hablar. Incluso los que acudimos a esas manifestaciones de banderas blancas lo que realmente queríamos es que dejasen de engañar a la gente.

España ya no estaba para diálogos. Ahora había que salvar a la patria. El independentismo había logrado unir a todos los españoles, por vez primera en el amor a España, ondeando sin pudor su bandera.

En la multitudinaria manifestación del 8 de octubre en Barcelona, Borrell increpaba a los empresarios por no haberse pronunciado antes sobre las consecuencias de la secesión. Tenía razón. Muchos de ellos trataron de aprovecharse del pulso al estado para obtener mayores beneficios y otros temieron perder los contratos a dedo con los que a través de comisiones ilegales habían alimentado la merendola soberanista de la Generalitat. Ahora la inseguridad jurídica que había provocado el procés les obligaba a marcharse.

Finalmente, el 10 de octubre, Puigdemont declaraba la independencia para suspenderla inmediatamente. Un hecho que provocó la risa en toda España pero que evidenciaba las presiones que estaba sufriendo. La declaración unilateral de independencia ya era cuestión de días.

Uno de los grandes periodistas españoles de nuestro tiempo, Iñaki Gabilondo, el 26 de octubre culpaba en una de sus grabaciones a los “incendiarios independentistas” de una situación que él preveía de pre-guerra: “¿Así que era así?, ¿era así como se desencadenaron esos desastres históricos?, decía. Los españoles vivimos aquellos días con el corazón en un puño.
“La Voz de Iñaki” O jueves milagro o viernes negro https://elpais.com/elpais/2017/10/26/la_voz_de_inaki/1509002158_917954.html

Finalmente, el mismo 26 de Octubre, tras filtrarse que se convocarían elecciones para evitar la aplicación del 155, Puigdemont no pudo soportar la presión del secesionismo. En las puertas de la Generalitat le llamaban traidor, Gabriel Rufián tuiteaba que se había vendido por 155 monedas y parece que sufrió una rebelión de los partidos independentistas que le habían acompañado y de sus propios compañeros. La realidad es que posiblemente temía más a un sector secesionista desbocado que al Estado por declarar la independencia. Puso la responsabilidad en manos del parlament que se encargaría de aprobar formalmente la secesión al día siguiente.

Nadie reconoció la nueva República Catalana que el 27 de octubre se declaraba solemnemente por el parlament. No hubo ningún país en todo el mundo que se pronunciase a su favor. La única alternativa para supervivencia de aquella República era echar a la gente a la calle contra los cuerpos de seguridad del Estado, algo que temíamos muchos españoles y de lo que el mundo entero estuvo pendiente.

Aquel día me fui a Barcelona con mi mujer, que siempre ha querido acompañarme. Necesitaba saber como lo estabais viviendo. Llevo tanto tiempo siguiendo esto que no podía dejar de saberlo.

En el tren no había nadie que hablase de ello, daba la sensación de no haber ocurrido nada. Cuando llegué a la estación de Sants tampoco había nada que recordara estar sucediendo un hecho histórico, como el nacimiento de un nuevo estado en Europa presuponía. La gente pasaba, de hecho no llegué a ver ninguna bandera estelada. En ese momento comencé a sentirme eufórico. Todo el mundo iba a la suya, a su casa después de un día de trabajo o a salir de fiesta aprovechando el fin de semana.

Comenzamos a retransmitir la aventura en los grupos de whatsapp. Hermanos, primos, amigos repartidos por Castellón, Madrid, Cataluña, Valencia y Londres se hacían participes de la recién proclamada República de Cataluña.

Una vez en el hotel, el recepcionista nos comentó que la gente llevaba todo el día de fiesta y estaría ya cansada, pero que en plaza Sant Jaume aún estaban los conciertos. Nos consultó si preferíamos la fiesta política o la de todos los fines de semana. Vamos, que la gente estaba de fiesta con independencia de la Nueva República.

Tal y como nos íbamos acercando a plaza Sant Jaume se veía más gente involucrada. Banderas independentistas, la mayoría gente muy joven y muy borracha. Nos reíamos de aquella situación. La preocupación de nuestras familias y de los medios por algo que no parecía ser más que una buena fiesta, excusa para emborracharse.

Allí estaba, la celebración de la nueva República Catalana. La plaza Sant Jaume atestada de esteladas, gente contenta, bebiendo y alegre. Gente viviendo su fiesta. Uno llorando emocionado, supongo más por la embriaguez que por el momento. Muchos aprovechando a contar sus historias a los medios de comunicación de todo el mundo que por allí andaban repartidos. Supongo que estos se morirían de risa al observar la opresión a la que les estaba sometiendo el Estado.

Aproveché allí para hablar con algunos de vosotros. Entablé conversación con un chico muy majo, fotógrafo, un tal David Puig, catalán instalado en Montevideo. Al final hubo acuerdo en que lo mejor sería una España más federal. Vamos, lo que pensamos todos, aunque solo sea por poner el título. Como decía Piqué, "si hablo 10 minutos con ellos seguro que nos ponemos de acuerdo". Puig me reconocía que si en Uruguay la gente hubiese obstruido una acción policial como ocurrió el 1-O la policía los hubiese linchado a palos. Esto es lo que supongo piensa todo el mundo por ahí fuera.

Allí la gente sencillamente estaba disfrutando una fiesta. Nadie creía que estuviesen viviendo en un nuevo país, de hecho todos sabían que mañana seria otro día y que nada habría cambiado. 

Cuando la fiesta terminaba y miraba a toda aquella gente tan contenta, me di cuenta que lo que celebraban era el haberse salido con la suya, el mero hecho de fastidiar y pasar por encima de la autoridad de un gobierno al que odian, el del PP.

Cuando terminó la fiesta nos encontramos en otra plaza con unos chicos con una bandera española y acabamos haciéndonos fotos con ellos. Como tuiteó el brillante Eduard Punset, no somos fascistas.

Efectivamente, la mayoría de españoles, independentistas catalanes incluidos, somos gente normal, gente buena que me diríamos. Si de algo estoy seguro es que no nos vamos a echar a la calle a matarnos entre nosotros. Los españoles ya hemos descubierto mejores formas de entretenernos. Ahora nos enviamos chorradas por el whatsapp y nos manifestamos con banderas en la calle.

Al día siguiente me encontré con aquel tenderete donde un par de chicas venden artículos de la selección. Nos contaron aquel episodio en que les reventaron la carpa y las pegaron. Lo había visto en los periódicos. Las chicas pasaron mucho miedo. Estaba allí también Ferran Brunet, profesor de Economía de la UAB y uno de los fundadores de SCC, que ha convocado todas las manifestaciones españolistas en Cataluña. Un gran tipo y otro de los primeros valientes que tuvieron el coraje de enfrentarse al pensamiento único nacionalista. He usado algunos de sus artículos en mis blogs, no le quise decir que invertía mi tiempo en esto pero ya lo hizo mi mujer por mí.

Me animó a entrevistarme con un periodista israelí que se encontraba allí. El profesor me advirtió simpáticamente que estos aún no se habían pronunciado. Al periodista le preocupaba lo que parecía preocupar a toda la comunidad internacional, si habría violencia. Le contesté que por supuesto que no. Que a los españoles nos gusta la juerga y que los independentistas ya se habían corrido la suya. Curiosamente en medio de la entrevista, dos inmigrantes me vocearon el “visca la República de Catalunya independent !!”. ¡Si que el independentismo tiene raíces históricas! me dije a mí mismo.

Por vez primera en mi vida compraba una bandera de España, junto a unos artículos rojigualdos, que vendían en el tenderete. Nos hicimos rápidamente unas fotos en plaza Catalunya y allí cogimos el tren de vuelta. Aquel día se convocaba otra de las emblemáticas manifestaciones españolistas, pero no soy yo muy de banderas y nosotros ya habíamos disfrutado nuestra fiesta.

Pienso hoy lo que habría ocurrido si muchos catalanes no se hubiesen echado a la calle a defender su españolidad o si parte de la comunidad internacional hubiese reconocido la República Catalana. O si el Estado hubiese enviado el arsenal de armas que pidió Puigdemont para armar a los mossos, con los que podría haber armado un regimiento de 3.000 efectivos. Me pregunto si estos líderes fanáticos del independentismo hubiesen sido capaces de echar a aquellos jóvenes que tanto disfrutaron su fiesta contra las fuerzas de seguridad del Estado. Si hubiésemos vivido una nueva Kaleborroka catalana, como yo le advertía a mi amigo Sergi se podría sufrir en Cataluña, cuando él me aseguraba que la independencia sería pacífica.

La gracia de todo esto es que luchabais por una libertad que nadie entiende donde os falta, y habéis acabado prisioneros de la paranoia de un procés que no ha hecho ningún bien a nadie, ni tampoco a vosotros os hubiese dado más libertades.

Le dije a David Rey que soy un creyente, y que pensaba que la verdad al final prevalecería, y es esto mismo lo que intento, hacer saber la verdad.

A vosotros, independentistas, os tengo que agradecer lo mucho que me habéis hecho aprender, sobre todo a amar a mi patria, España, que a los de mi generación tanto nos ha costado aprender.


Por una vez, una bandera de España ondeaba en mi balcón. Eso si, solo duro dos días, que los nacionalismos nunca fueron buenos.